Juan Pedro Martín Escolar-Noriega en su magnifico blog "Volveremos a Macondo" ha reseñado mi libro, exprimiendo sentimientos en cada palabra, para mí un honor formar parte de su universo literario, muchas gracias por llegar al fondo de mis pequeños relatos.
Con su permiso recojo aquí sus palabras y os dejo el enlace a su blog que os invito a visitar y a seguir, merece la pena.
Con su permiso recojo aquí sus palabras y os dejo el enlace a su blog que os invito a visitar y a seguir, merece la pena.
"Volveremos a Macondo"
Texto de: Juan Pedro Martín Escolar-Noriega
Estoy sentado, frente a la hoja de papel en blanco, pensando en lo que voy a escribir lo que vais a leer e continuación y una idea me asalta de forma continua: me considero una persona que siempre ha tenido una vida afortunada, aunque mi forma de ser y mi carácter me haga sufrir por los continuos problemas cotidianos que nos pueden asaltar. ¿Problemas? ¡Qué ironía!
Acabo de cerrar un pequeño libro, pequeño por su extensión pero enorme por su contenido, titulado Momentos de vida, primer libro publicado por Isabel Sevilla Moreno,
que a partir de ahora se va a convertir en uno de los que tengo de
cabecera y que releeré cada vez que me asalten esos problemas que, desde
este momento, voy a calificar de banales ante tanto sufrimiento y dolor
que acaban de pasar por mis ojos.
Isabel Sevilla Moreno
necesita sobrevivir y para eso escribe según nos confiesa en Momentos
de vida. Escribe para hablar de libertad, de deseos incumplidos, sueños
no realizados, del tiempo que pasa y porque cada vez queda menos tiempo
para vivir; ella habla con su papel y se entiende perfectamente, más de
lo que quisiera; escribe para hablar de aquellos que no han podido
siquiera llegar a vivir los años que ella ha vivido, aquellos que se han
ido antes de hora; escribe para declarar su amor por las personas a las
que no dijo cuánto quería ni las suficientes veces ni con actos que es
como deben ir acompañadas las palabras; escribe para hablar del dolor de
las ausencias, para recordar los sueños tanto los buenos como los
malos, para no olvidar porque sin recuerdos no somos nada, para sentirse
viva y libre, para contar el dolor y el desamor; escribe para hablar de
la esperanza, la ilusión y el amor; escribe para contar las horas, los
días, las emociones…; escribe porque está viva y, en el fondo, quiero
vivir siempre en y con sus letras; escribe para ser inmortal, para los
que vengan después de ella.
A partir de
esta confesión nos sumergimos en treinta y cinco breves, pero intensos y
emocionantes, relatos autobiográficos y un precioso cuento de ficción
final erótico para que sea un antídoto para superar y se nos quite del
alma la angustia que se ha anidado en ella durante la apasionante
lectura.
Momentos de vida
nos relata pequeñas situaciones cotidianas, ínfimas cosas, que
seguramente a los que no estamos en la situación de la autora ni nos
demos cuenta de que suceden, pero que en las palabras y frases de Isabel Sevilla Moreno se hacen inmensas porque la reafirman en lo que a ella le ha tocado vivir y en la tremenda dignidad con la que lo afronta.
Felicidad,
sexo, amistad, fe, suerte, aventura, bondad, familia, crisis económica,
juventud, enfermedad cruel, salud, maltrato, soledad, violencia de
género, machismo, amargura, amistad desamor, recuerdos, dolor,
fragilidad, angustia…, pero ante todo dos cosas en mayúsculas que bañan
cada página de Momentos de vida: Amor y Esperanza.
¿Qué puede
pedir una persona cuando en una reunión de amigos alguien lanza la
pregunta que es lo qué querríamos ser de mayores? Muchos pediríamos esas
cosas materiales y enaltecedoras de nuestra vanidad, pero Isabel Sevilla Moreno se lo piensa unos segundos y nos suelta a nuestra cara que queda sorprendida ante su petición y deseo: “No estar enferma. Llevar una vida normal, la misma que nunca he podido hacer”.
Momentos de vida es como el núcleo de A la busca del tiempo perdido de Marcel Proust. Isabel Sevilla Moreno,
en esa soledad que se siente en una ciudad grande y que es tan enorme y
en la que cerramos los cerrojos de la puerta de nuestra casa, miramos
por la ventana, vemos pasar a la gente y observamos las luces de las
otras casas, descubre un objeto familiar, que ella ha ido recopilando a
lo largo de su vida, y empieza a recordar, porque esos objetos son
testigos de la vida que nos vuelve para viajar por la memoria. Y si no
tenemos recuerdos no somos nada, tanto que ellos son los que nos
mantienen vivos. La soledad y la incomprensión son malas compañeras y
ella, así se hace llamar muchas veces en el libro Isabel Sevilla Moreno,
las ha sentido en su piel, tanto que las lleva tatuadas. Ella no sabe
odiar, pero sufre, sufre mucho. Lamenta como es tratada por su ser
quizás más querido. Lamenta tantas cosas que le han pasado, tanta
injusticia sufrida. Porque en esta historia es la gran perdedora, sin
duda, pero no acepta que sus seres queridos pierdan su libertad. Sólo
desea que la quieran, pero no siente ese cariño. Y ella se pregunta qué
es lo que ha hecho para obtener tanto dolor.
Ella no cree en
el perdón. Sólo cree en la conciencia de cada uno, única y
exclusivamente, porque se trata de vivir la vida mientras podemos, de
disfrutar de los buenos ratos porque los malos llegan sin avisar, de
hacernos las cosas más agradables unos a otros, de vivir y dejar vivir.
De todo eso y de muy poco más.
Porque, aunque parezca mentira y que no puede ser, y ahí radica su tremenda grandeza y magia, Momentos de vida
es un grito descarnado, pero un grito de esperanza que te deja el
corazón encogido, pero lleno de emoción. ¡Qué poco nos damos cuenta de
las verdaderas cosas que son importantes! Isabel Sevilla Moreno
se desnuda en cada una de sus frases, en cada una de sus palabras como
la mujer valiente y excepcional que es. Pocos, muy pocos, se atreverían a
escribir todo lo que ella nos cuenta, y ninguno, pienso yo, daría ese
mensaje de amor y esperanza que ella transmite frente a lo que está
sufriendo sin quedarse en la simple amargura. La gente no quiere saber
de cosas duras pero estas suceden a nuestro lado y hay que ponerlas voz.
Isabel Sevilla Moreno se la pone en un alegato a la esperanza, a
la alegría y a la libertad después de haber vivido, y seguir viviendo,
unas historias y situaciones poco fáciles, por no decir extremadamente
difíciles.
El amor a su
padre y a su madre, a sus perros a los que sólo les falta hablar, los
bancos donde poder sentarse en sus paseos, sus zapatos, su bastón, sus
hijos, las vajillas guardadas en la alacena del comedor, su lilero, su
ventana como escaparate de la vida, esa luz de la casa de enfrente que
lleva días sin encenderse, sus paseos por etapas, su vermú, sus
conversaciones con otras personas, su dolor, aunque siempre con esa
sonrisa con la que me imagino su cara, ella … Hay que ser muy fuerte,
muy mujer y muy excepcional para soltar todo lo que dice y quedarse
amarrada a ese poso de esperanza frente a los que nos parece que tenemos
una vida dichosa, feliz y regalada con algún problemilla de vez en cuando.
Os ruego encarecidamente que compréis y leáis Momentos de vida, lo disfrutéis y sigáis sin descanso las palabras de Mario Benedetti con las que Isabel Sevilla Moreno cierra su libro a manera de síntesis para cuando tengamos un momento de desaliento: “No
te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar
tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso…”.
Si Isabel Sevilla Moreno
lo ha convertido en una forma de vida y lo sigue a rajatabla, ¿no vamos
a poder nosotros, personas afortunadas a las que nos asaltan problemillas sin importancia que parecen ahogarnos?
¡Impresionante!
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